viernes, junio 27, 2014
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por Carlos Ibáñez Quintana

Era Presidente de la Diputación de Guipúzcoa el carlista Marqués de Valdespina. Llegó a San Sebastián, a pasar el verano Dª. Cristina. Y el Marqués de Valdespina fue a la estación a recibirla. Algunos le expresaron su extrañeza; cómo compaginaba su lealtad a D. Carlos VII con el homenaje a la Regente. “Yo no hago un desprecio a una Señora”.

Contrasta con las faltas de cortesía que han hecho patentes el Lehendakari y otros en estos días, negándose a asistir a determinados actos.

La televisión ha informado minuciosamente del completo dispositivo de seguridad previsto para proteger la proclamación de Don Felipe. Se nos ocurre que la información ha tenido por objeto disuadir a cualquiera que pretenda perturbar el acto.

Contrasta con la confianza que la Familia usurpadora veraneaba en San Sebastián a los pocos años de que Guipúzcoa levantase media docena de batallones carlistas, muchos de cuyos componentes aún vivían. Con qué falta de precauciones se desplazaban por la Provincia.

Se cuenta de que D. Alfonso, en una de sus excursiones, preguntó al Alcalde de un pueblo: “¿Hay aquí muchos carlistas?”. “Más bien son integristas”, contestó el Alcalde. Sospechaba que en el pueblo tenía muchos enemigos. Pero ningún temor manifestaba por ello. Sabía que los carlistas habían demostrado su valor en Lácar y Somorrostro. Pero que no eran capaces de un cobarde atentado contra su persona.

Han cambiado los tiempos. Los sucesores de Dª. Cristina y D. Alfonso no pueden tener la confianza en el pueblo, que tenían ellos y se hace preciso adoptar severas medidas de seguridad. Decididamente, bajo el liberalismo se ha pervertido el pueblo español.



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